domingo, 16 de noviembre de 2014

Cumpleaños felices en Senegal

La orden del día de la reunión de hace un mes tenía como punto principal, la celebración de los cumpleaños de los niños de nuestro hogar. Días antes había elaborado dos grandes carteles con las fechas de cumpleaños de todos los pequeños y las había colgado en la pared para que las educadoras las tuvieran siempre presentes. Llevada, sin poder evitarlo, por un gran etnocentrismo cultural, le dije al personal que, ya que no podíamos celebrar una fiesta por cada niño, debíamos encontrar alguna manera para hacer sentir especial a los cumpleañeros el día de su aniversario.

Yo hablaba y hablaba sin parar a las educadoras reunidas frente a mí, de la importancia de ese día en la vida de un niño, y yo misma antes de que me pudieran responder tardé otros 15 minutos más en exponer mis ideas para celebrar el de nuestros niños. ¿Por qué no les despertamos con un desayuno especial? Una pequeña tarta con una vela y se vayan al colegio habiendo pedido un deseo. Les podríamos comprar algo pequeño, un detalle, puesto que sabéis que en el hogar todo es de todos y nada pertenece a nadie en concreto, estaría bien para el niño tener algo que le perteneciera además de la ropa, algo propio

Mientras hablaba rodeada de mis compañeras, una parte de mi cabeza navegaba en mi pasado infantil lleno de regalos, de tartas y de velas mientras la otra, proyectaba en los niños del hogar mi alegría infantil.

El problema María es que si le damos un desayuno especial a uno, los otros 15 van a querer lo mismo. E. no quería problemas, su comentario me mostraba que no deseaba tener que luchar con los llantos y disputas de los niños a las seis y media de la mañana.   Bueno creo que los niños se deben acostumbrar a esperar su momento y saber que no todos pueden hacer lo mismo siempre. Es una cuestión de hablarles, ellos van a entenderlo. Es más fastidioso para ti que para ellos, que se acabaran acostumbrando y esperarán “su día especial”. Les respondí que no debían olvidar que cada niño era único y que por eso hacíamos cosas diferentes para cada uno de ellos.

Parecían convencidas y después de explicarme como lo habían hecho años anteriores (afirmando que a veces se olvidaban de celebrar los cumpleaños) acordamos que cada monitora haría algo especial con su grupo de referencia en esas fechas.

 Pero antes de que los trabajadores se dispersara, me acordé de algo, cogí mi libreta y les dije: ¡esperad, esperad, también quiero saber vuestros cumpleaños, voy a hacer otro cartel con ellos! Ninguno me contesto inmediatamente. E miró al cielo y contó con sus dedos los meses del año: “el 3 de abril, no, no de marzo”. L me dijo simplemente, No sé cuándo es, porque nunca lo he celebrado, es el mismo día de mi cumpleaños cuando lo sé porque la gente de Facebook me felicita. L me afirmó que nunca había comido una tarta, ni soplado velas, ni recibido un regalo alguno para celebrar el día de su nacimiento. La mujer que limpia la casa rectificó la primera fecha que me había dado cuando miró en su DNI, la cocinera me lo dijo el día siguiente. Es cultural, María, aquí no lo celebramos. Pero E, ¿podrías decirme la fecha de nacimiento de tus cinco hijos?  Le pregunté. Volvió a mirar al cielo. ¡UY! Tendría que pensarlo, te podría decir el mes.


Pero esto, de que lo que es importante en una parte del mundo, carece de importancia en cualquier otro lugar ya lo había aprendido tiempo atrás a pesar de lo cual no dejaba de sorprenderme el hecho de que tanta gente en Senegal no conociera exactamente su fecha de nacimiento. Nosotros la celebramos cada año y la escribimos en cientos de documentos oficiales a lo largo de nuestra vida, documentos que ni siquiera existen aquí, pues hay incluso muchísimas personas, que no tienen partida de nacimiento ni DNI. 

Les pregunté a mis trabajadores si les agradaba que alguien a quien consideraban importante en sus vidas les hiciera un regalo. Todos estábamos de acuerdo en que el gesto de ofrecimiento era más importante que el objeto ofrecido. ¡y vaya! a todas las educadoras, les gustaba sí, recibir regalos aunque como comprenderéis no estaban en ningún modo traumatizadas por el hecho de no haber celebrado sus cumpleaños, ni por la seguridad que tenían de que no los celebrarían probablemente jamás.

Me acordé que el año anterior me habían invitado a un cumpleaños en el barrio de Pikine. Había muchas mujeres en la casa cocinando, como siempre, y recuerdo que la propia homenajeada formaba parte de este grupo de féminas que hacían la comida para la gente que iba llegando a la casa. No vi ningún regalo en todo el día salvo el que nosotros, los europeos invitados, le ofrecimos.

Un mes después de esta reunión, y cuatro cumpleaños celebrados, me parece que he conseguido que los educadores encuentren hermoso el ofrecer algo especial por los cumpleaños a los niños. B me sorprendió decorando la cama de la pequeña Mati, con caramelos y juguetes de la casa y O con su bella dedicatoria en el diario de Alain. Aunque aun sigo acordándoles las fechas con antelación para que no se olviden de comprar un pastel para el desayuno. 

L. se acercó a mí hace unos días, para decirme con voz emotiva que le parecía genial que celebraremos de esa manera los cumpleaños de los niños. Comprendí bien su satisfacción porque él mismo, el día anterior le había ofrecido a Alain por su treceavo aniversario, un reloj y un perfume. Yo asentí, pero no le quise decir que el único momento del día en el que había visto iluminarse la cara del niño, a pesar de los cariños y regalos que recibió de todos los educadores, había sido cuando había llamado por teléfono a su padre, aunque éste había olvidado por completo que hacía trece años su hijo mediano venía al mundo. 


3 comentarios:

  1. Produce asombro lo que cuentas, el mismo que te produjo a ti, especialmente por el contraste con lo vivido y también si pensamos, por ejemplo en nuestros colegios en los que no hay cumpleaños de nuestros niños y niñas, que de una manera u otra no se haga un homenaje al cumpleañero de turno.

    Por cierto ¿Cuándo es tu cumpeaños?

    Un abrazo muiy fuerte

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